¿POR QUÉ LLEVAR MASCARILLA ES LA PRIMERA MEDIDA PARA PREVENIR EL CONTAGIO DE COVID-19?
Desde el inicio de la declaración de la pandemia de la Covid-19, la OMS – Organización Mundial de la Salud y nuestros gobiernos no han recomendado el uso de mascarillas, como la primera medida de prevención del contagio, para toda la ciudadanía. La mayor parte del tiempo, ha sido un elemento de protección que han reservado para uso del personal sanitario y de personas infectadas, pero no para las personas sanas.
Actualmente, la OMS sigue promoviendo que las principales medidas de protección son: lavado de manos, higiene respiratoria, distancia social de 1 metro, no tocarse ojos-nariz-boca y pedir ayuda si tienes fiebre-tos-dificultad-al-respirar.
Nuestro gobierno, después de varios “ahora sí, ahora no”, ha ordenado finalmente el uso de mascarillas para toda la población en la Nueva Normalidad: en el transporte de viajeros, siempre; en espacios cerrados de uso público, cuando no se pueda mantener la distancia interpersonal de 1,5 metros; y en la vía pública o espacios al aire libre, siempre que no se pueda mantener la distancia interpersonal de 1,5 metros. Sigue, por tanto, primando el criterio del distanciamiento social, que yo prefiero llamarlo “separación o divorcio social temporal”.
¿Qué dice la ciencia, la microbiología, la física, las matemáticas y la tecnología de la prevención, desde el principio? Que el uso adecuado de mascarillas suficientes por toda la población es la medida de mayor impacto positivo en la prevención del contagio.
¿Está esta afirmación avalada por algunos resultados reales? Sí. La mayoría de países con los mejores resultados en fallecidos y contagiados por millón de habitantes, han conseguido que su población haga un uso masivo de mascarilla en el día a día. Por ejemplo, Corea del Sur ha conseguido unos resultados envidiables y es una referencia útil porque ha sufrido varias crisis epidémicas recientes y consecutivas: empezaron en 2003 con el SARS, siguieron en 2005 con la Gripe Aviar H1N5, después sufrieron la Gripe Porcina H1N1 en 2009, después el Ébola en 2014 y en 2015 el MERS. Cuando surgió la Covid-19 tenían experiencia y estaban preparados. En multitud de grabaciones visibles en Youtube, en las que entrevistan a ciudadanos de Seúl al respecto, puede comprobarse cómo la práctica totalidad de la población viste mascarilla y cómo, al ser cuestionada sobre cómo protege la mascarilla, saben explicarlo con precisión y argumentos físicos.
Porqué no se promueve el uso de mascarilla como primer elemento de protección en nuestro país lo desconocemos. Pero lo que sí conocemos son las razones de sus efectos tan beneficiosos y, desde aquí, pretendemos aportar nuestro grano de arena, en aras de ayudar a la población.
Por lo tanto, la respuesta a la pregunta que se formula en el título de este artículo es un rotundo SÍ y vamos a desarrollar las razones que llevan a esa conclusión.
En el ámbito de la prevención, cuando se trata de evitar o gestionar un peligro, el primer paso imprescindible es conocerlo con gran detalle, conocer las leyes que siguen sus comportamientos, tanto en su generación, como en su desarrollo y en su extinción. Se trata de conocerlo hasta llegar a dominarlo. Y en el caso del SARS-CoV-2, aunque sea de relativa reciente aparición, podemos averiguar muchas cosas por su gran similitud al SARS-1 del año 2003. Existe una amplísima bibliografía científica y preventiva, procedente de fuentes solventes internacionales, si es que se quiere utilizar.
Sabemos que el virus necesita para reproducirse una célula animal. Fuera de la célula, el virus puede sobrevivir horas o días, pero al final no es viable. Esto significa, como desgraciadamente hemos aprendido, que este virus salta de persona a persona, con una gran facilidad, cuando una persona infectada contagia a otra u otras personas.
También sabemos que hay cuatro vías de contagio:
- Por GOTÍCULAS exhaladas por una persona enferma al respirar, hablar, cantar, toser o estornudar, que entran por la boca de una persona sana que está cerca de la primera. También pueden entrar por la nariz o los ojos.
- Por CONTACTO DIRECTO, cuando una persona enferma, con secreción nasal, se toca inconscientemente la nariz y después le da la mano a otra persona que, a su vez, se toca inconscientemente los ojos.
- Por TRANSMISIÓN AÉREA, cuando una persona enferma estornuda en un lugar cerrado y con ventilación insuficiente, parte de las gotículas expulsadas caen cerca y hacia el suelo, pero otras gotas más pequeñas, llamadas aerosoles, pueden viajar 8 ó 10 metros; si hay personas en la sala, aunque estén a esa distancia, el suficiente tiempo, se pueden contagiar.
- Por CONTACTO INDIRECTO, cuando las gotículas proyectadas por una persona infectada llegan a los objetos y superficies que tiene delante y esos objetos son tocados por una persona sana que, a su vez, se toca inconscientemente sus ojos.
De las cuatro vías, la más frecuente, con gran diferencia sobre las demás es la primera, es decir, por GOTÍCULAS. Le sigue la tercera, es decir, por gotas más pequeñas en suspensión en el aire. Y en este último caso, puede ser totalmente insuficiente situarse a más de 2 metros.
La cultura japonesa tiene la limpieza y la higiene en gran estima. Era de esperar que surgieran en aquel país experimentos que estudiaran estos fenómenos.
En el siguiente vídeo disponible en Youtube, vemos dos amigos charlando desprenden gotitas al hablar. Si uno está contagioso, el otro quedará infectado. También podemos ver cómo en una sala cerrada, con ventilación pobre, y con diez personas, si una persona infectada tose, las gotas más pequeñas permanecen en la sala y en 20 minutos se dispersan por todas partes, contagiando a todos los presentes.
Es evidente que si todos usamos mascarilla adecuada, las vías 1, 2 y 4 de posible contagio quedan bloqueadas.
¿Qué razones se aducen para no promover el uso de mascarillas adecuadas por toda la población? Pues son diversas y cada cual menos razonable.
- No todas las mascarillas protegen. Efectivamente, los huecos de una mascarilla de algodón dejan pasar las gotículas. Pero las mascarillas que filtran, en ambos sentidos, más del 90% o el 95% o el 99% de las partículas mayores que 0,3 micras retienen esos porcentajes de gotitas y sí son eficaces. Por lo tanto, proveamos a la población de ese tipo de mascarillas.
- La gente no sabrá ponerse y quitarse la mascarilla y “pondrá todo perdido”. Pues enseñémosles cómo hacerlo y cuándo deben desecharla.
- Pero es que para comer y beber hay que quitarse la mascarilla. Pues pidamos que el resto del tiempo que estén despiertos, que es la mayoría, la lleven puesta.
- Pero es que occidente no tenemos costumbre de llevar mascarilla y la gente no va a querer. Tampoco es poco cómodo el control de seguridad del aeropuerto y bien que lo soportamos para poder estar seguros dentro de las instalaciones.
- Pero es que puede dar una imagen de seguridad falsa porque puedes contagiarte a través de las manos. Si eliminamos la posibilidad de exhalación de gotas, quedará poca carga vírica en los objetos.
¿Qué hacer? Si todos usamos mascarilla, desciende en picado la posibilidad de contagiarnos y de contagiar a los demás. Sencillo.
Claro, cabe otra opción: nos quedamos todos encerrados en casa y así no tenemos que usar ninguna mascarilla. Con el confinamiento mueren muchas menos personas, pero se mueren las empresas y con ellas el sustento de muchas más personas. Si no mueres por el virus, morirás por inanición. Opción impresentable, si es que se puede evitar.
Y, por supuesto que se puede evitar. Es más, debería haberse evitado, mediante la prevención. En prevención de riesgos, lo primero que se determina es si es imprescindible realizar aquella actividad y, si no se puede evitar, se pone en marcha toda la ciencia y tecnología necesarias, para hacerla con la adecuada seguridad.
Se estudian los peligros con detalle, se evalúa la gravedad de las consecuencias, es decir su severidad y su probabilidad, y se ponen sobre la mesa medidas que prevengan los peligros parcial o totalmente.
Se atacan primero los de consecuencias más severas y más probables con medidas contundentes y se sigue con otras medidas suplementarias para seguir mitigando el riesgo. Suele ser muy útil aplicar la regla de Pareto, para atacar el 20% de las causas que provocan el 80% de los efectos y suele terminarse con un conjunto de medidas preventivas que, en conjunto suelen reducir el riesgo hasta un porcentaje próximo al 100%, aunque sin alcanzarlo.
La combinación del uso de mascarilla de suficiente protección, por parte de toda la población, con el resto de elementos de protección, junto con comportamientos adecuados por parte de todas las personas y las medidas de prevención que adoptan en los lugares a los que vamos nos permiten vivir y desarrollar nuestras actividades con normalidad, con un nivel adecuado de seguridad sanitaria y con tranquilidad.
En estas condiciones, podemos afirmar que el elemento de protección personal de mayor impacto positivo en la prevención de contagio del SARS-CoV-2 es la mascarilla, siempre que:
- La mascarilla sea llevada por toda la población que la pueda llevar.
- Que sea de suficiente protección, es decir ffp2, sin válvula o superior o mascarilla equivalente pero con otra nomenclatura.
- La población sea formada en su uso adecuado, junto con otras costumbres higiénico-sanitarias, ya conocidas, que son necesarias.
- Y siempre que se promueva la ayuda entre las personas y se difunda la idea de que todos llevamos mascarilla para no contagiarnos ni contagiar a nadie.
Dos últimos apuntes que trae a colación la experiencia de otros países. La primera es la insistencia en que los jóvenes usen mascarilla como los que más, por solidaridad con los mayores que son más vulnerables. La enfermedad es mucho más benigna en personas jóvenes y suelen tener síntomas leves, por lo que no se sienten muy mal e infieren que a los demás les pasará lo mismo, es decir, piensan que “no es para tanto”. Sin embargo, el virus es el mismo en personas jóvenes y mayores. Y si un joven infectado y sin mascarilla contagia a personas de más edad, la consecuencia para estas puede ser letal. Recordemos, del vídeo anterior, como los aerosoles pueden hacer viable la carga vírica en el aire durante varias horas. Un joven infectado puede haber estado en un lugar, haber contaminado el sitio y personas más vulnerables ir al mismo lugar más tarde.
El segundo aspecto a destacar es lo puede ocurrir en un lugar cerrado, donde haya una mala o nula ventilación. Sobre todo, si es un lugar donde la actividad que se realiza obliga a quitarse la mascarilla, como por ejemplo: restaurantes, bares, centro de fitness o gimnasio, en el dentista, etc. Y una nula ventilación no está reñida con tener un sistema de aire acondicionado: prácticamente todos los sistemas tipo “split” con el generador de frío en el exterior, con el fan-coil en el interior y todo cerrado para que se mantenga fresquito recirculan el aire, es decir, no tienen ventilación.
¿Qué porcentaje de contagios habríamos evitado, si todos hubiéramos llevado la mascarilla? Pues como en otros países donde si han aplicado esta medida: la gran mayoría.
Teniendo tan clara la eficacia de esta medida, no podemos dejar de recomendar el uso de mascarillas adecuadas por toda la población, formarla en su uso y en las demás medidas de prevención y en animar a todas las empresas, profesionales y establecimientos a que se doten de sistemas de prevención que sean eficaces y completos en la gestión del riesgo del SARS-CoV-2, como el que ofrece Valuegensys-safety.
Convivir con normalidad con este virus, teniendo bajo control la posibilidad de contagio en un porcentaje próximo al 100% es posible, si todos nos dotamos de los conocimientos necesarios en prevención. Formación, formación y formación.