CÓMO REDUCIR CON CONTUNDENCIA LOS CONTAGIOS DE COVID-19 EN SEMANAS

Buen uso de mascarillas adecuadas + ventilación + limpieza vírica ágil + formación = Paralización de la pandemia en semanas

Reducción contundente de contagios de Covid-19 en semanas

RESUMEN EJECUTIVO

El IA-14 (contagios por cada cien mil habitantes de los últimos 14 días) en España está en más de 600 y en Europa por encima de 300. El objetivo para recuperar la economía es estar por debajo de 25. Australia, Nueva Zelanda, Taiwan, Singapur, Corea del Sur, Hong Kong, incluso toda China, ya lo han conseguido. Ellos aplican ingeniería sanitaria para impedir los contagios y nosotros no.

Al pobre ritmo de vacunación actual, la inmunidad de grupo la alcanzaremos a finales de 2021, como pronto. Para entonces, muchas empresas y puestos de trabajo habrán desaparecido. No nos lo podemos permitir.

Las 4 medidas de impacto contundente en la reducción de los contagios son:

  • Uso inteligente de mascarillas FFP2.
  • Refuerzo de ventilaciones de los lugares cerrados.
  • Limpiezas víricas de choque en zonas muy contaminadas.
  • Formación e información de ciudadanía y empresas.

Valuegensys-safety de Barcelona ofrece un sistema de ingeniería sanitaria, que permite controlar la pandemia y tener todas las actividades en marcha y que es aplicable a ciudades, comarcas e islas. Para implementarlo, es necesario un liderazgo político valiente y al servicio de la población.

INTRODUCCIÓN

La situación de la Covid-19 en nuestro entorno, a principios de febrero de 2021, es grave y preocupante. Los contagios están disparados, los sistemas sanitarios al borde del colapso, hay restricciones y confinamientos en toda Europa y la economía está, en su mayor parte, hibernada. En España, el sector turístico está desaparecido. El IA-14 (número de contagios por cada cien mil habitantes de los últimos 14 días) de España está en más de 600 y en Europa en más de 300.

Según el semáforo de IA-14 elaborado por la UE en septiembre, el verde está por debajo de 25 casos y permitiría libre circulación. Ese es el objetivo. De 25 a 150, el semáforo está en amarillo y habría que aplicar medidas para reducirlo; y el rojo está por encima de 150 casos y se recomendaría confinamiento. En Europa, están tan mal las cosas, que se han tenido que inventar otro color más, a partir de los 500 casos, al que han llamado “rojo oscuro”, para recomendar severamente el confinamiento, y que en los mapas del ECDC se viene representando por diversas gamas de “marrón oscuro”, no se sabe si con algún mensaje implícito.

Pero no todo el mundo está así. En Asia-Pacífico están los campeones de la gestión de la pandemia y la recuperación económica, que llevan meses con el IA-14 controlado y que intervienen con agilidad y contundencia al menor atisbo de aumento significativo. Son Australia, Nueva Zelanda, Taiwan, Singapur, Corea del Sur, Hong Kong, incluso toda China, con un IA-14 por debajo de 15.

Algunos aducen que “somos diferentes”. Pero esto es una excusa inaceptable. La realidad es bien distinta. Ellos tuvieron el SARS-1 en 2003 y después han tenido unas cuantas epidemias más. En Corea del Sur, la última eliminación de medidas de protección de la última epidemia la realizaron en noviembre de 2019. O sea, parte de los países anteriores habían superado varias epidemias y, a principios de 2020, acumulaban el conocimiento de los últimos 17 años y estaban entrenados. Ellos han aplicado y siguen aplicando ingeniería de prevención de contagio, nosotros no. El primer modelo predictivo con datos de la Covid-19 que encontré, que estima el impacto esperado de diferentes medidas en los contagios, es el de un grupo de trabajo de varias universidades de China, Japón y EE.UU., cuya primera publicación es del … 6 de abril de 2020. Por aquel entonces, ellos ya sabían bastante; nosotros, muy poco. En Valuegensys-safety dedicamos un considerable tiempo a adquirir ese conocimiento al principio de la pandemia, buena parte del cual es de dominio público, y no hemos parado de actualizarnos. Ignorar todo ese conocimiento y no aplicarlo es simplemente una imprudencia temeraria y conduce a los resultados funestos y nefastos ya conocidos. Parece como si en Europa tuviéramos otra pandemia superpuesta, de ignorancia, arrogancia e insolidaridad.

El inicio de las vacunaciones ha sido un hito excelente y esperemos que avancen a toda velocidad. Pero la primera sensación de que todo esto estaría superado en pocas semanas o meses se vio muy pronto frustrada, con la realidad de los hechos: capacidad de producción no reforzada ni garantizada, logística compleja, objetivos de velocidad de vacunación mediocres, insuficiente efectividad de las vacunas frente a ciertas mutaciones y variantes, planes de vacunación incompletos, gestión muy deficiente de los planes y, últimamente, incertidumbre sobre la protección de las vacunas en no transmitir la enfermedad. Tenemos convivencia con el virus para rato…

En España, si no hacemos nada, nos meteremos en otoño sin haber reactivado buena parte de la economía y, para entonces, muchas empresas y puestos de trabajo habrán desaparecido.

Pero no todo está perdido. Valuegensys-safety ha desarrollado su propia metodología, incorporando buena parte del conocimiento desarrollado por los campeones de Asia-Pacífico y basada en ingeniería sanitaria, que le permite implantar sistemas de prevención y de control de la pandemia en establecimientos, empresas, ciudades y comarcas, de manera que estén todas las actividades en marcha y con un número de contagios prácticamente nulo.

“Con la que está cayendo” puede sonar pretencioso, pero los resultados de Asia-Pacífico disipan cualquier duda. En realidad, como muchos sistemas de ingeniería, parece complejo a primera vista, porque tiene muchos componentes, pero, una vez dominado, el manejo es incluso sencillo, ya que se puede estimar con anticipación el impacto de cada medida por separado en los contagios y el efecto multiplicador del uso de una combinación de ellas.

En este artículo, abordamos las cuatro medidas de mayor impacto en la paralización de la pandemia, cuya difusión entre la población resulta claramente beneficioso para todos. Las cuatro medidas son:

  • Uso correcto de las mascarillas adecuadas.
  • Ventilación de lugares cerrados.
  • Limpiezas víricas extraordinarias.
  • Formación.

USO CORRECTO DE LAS MASCARILLAS ADECUADAS

Este es el primer y más importante elemento de protección para paralizar la extensión de los contagios. Y eso, a pesar de las disquisiciones de la OMS, el CCAES español y el ECDC europeo. Para cualquier preventista que esté mínimamente informado y documentado está claro que: 1) la vía principal de contagio es la boca y la nariz, en lugares cerrados y mal ventilados o en abiertos con gran proximidad entre las personas; 2) que contagian tanto las gotas más gruesas que se exhalan, es decir de 3 micras en adelante, como las más pequeñas o aerosoles de 0,3 a 3 micras; y 3) que hay un porcentaje considerable de personas infectadas, del 40 al 60%, que no presentan síntomas y son infecciosas.

Cuando buena parte de la población no lleva mascarilla que proteja, cada persona infectada suele contagiar a otras 3 y favorece la expansión de la pandemia. Es lo que se llama el Ratio de transmisión. Cuando se usan medios de protección y cada persona infectada sólo contagia a 1, se mantiene el número de casos, pero no eliminamos la pandemia. Una ratio de 0,9 pone muy contentos a muchos de los que gobiernan la pandemia e incluso nos lo dicen en las noticias; pero lo cierto es que, partiendo del actual IA-14 de 600 de España, pasar a un IA-14 de 25, que es el objetivo para poder moverse, con una ratio de 0,9 tardaríamos unos 13 meses, sin contar el efecto de la vacunación. Evidentemente, este plazo es inaceptable por largo.

En cambio, el uso por el 80% de la población de mascarillas adecuadas, con una capacidad de filtraje efectivo del 80%-85%, reduciría la ratio de transmisión a 0,5, conduciendo el IA-14 de 600 a 25 en unos tres meses, que sí sería aceptable. La identificación, medida y corrección de los elementos clave que determinan los parámetros anteriores en cada lugar y tiempo son parte de la metodología de Valuegensys-safety y no son objeto de este artículo. Pero sí lo es una serie de recomendaciones útiles para que la ciudadanía esté mucho más protegida que ahora y que favorecen que avancemos hacia el objetivo de IA-14 de 25.

Veamos qué mascarillas son ADECUADAS.

Una mascarilla es un filtro y por lo tanto necesitamos “que no tengan agujeros por los que se nos cuele el virus”.

Pasando por alto la recomendación del CCAES, al inicio de la pandemia, de que no hacía falta el uso de mascarilla, se ha promovido el uso de casi cualquier tipo de mascarilla: de tela, higiénicas, quirúrgicas y auto filtrantes (FFP2, FFP3). Recientemente, Alemania y Francia han impulsado el uso de las FFP2, después de un año de pandemia… Incluso el Sr. Simó ha recomendado el uso de las FFP3, en un alarde de “pues yo más”, recomendación que luego retiró. El Consejo General de Enfermería y el Consejo General de Colegios de Médicos han recomendado el uso de las mascarillas quirúrgicas. Y algunos medios de comunicación, varias televisiones y medios escritos, han elaborado informaciones imprecisas y confusas, que poco han ayudado a la población. Vamos a aclarar todo eso.

Por filtraje efectivo hay que entender el neto que se obtiene de cada mascarilla, que puede verse reducido por las fugas por mal ajuste a la cara o por cegado de la trama del filtro por el uso. Para conseguir efectivos superiores al 80%, hay que recurrir a mascarillas con una eficacia de filtrado superiores al 90%.

Existen numerosos ensayos reales que han medido la eficacia filtrante de cada tipo de mascarilla. También son conocidas las eficacias de filtrado que pide cada una de las normas que aplican a mascarillas homologadas. Es un terreno conocido y perfectamente cuantificado. Aquí, no caben artículos de opinión, sino conocimiento y criterio técnico. El objetivo es ir debidamente protegido y NO contagiarse del SARS-CoV-2. A nadie en su sano juicio se le ocurre protegerse del contagio con una mascarilla que no protege porque es muy barata o porque es muy bonita o porque me la han regalado. O ir medio protegido.

Los huecos del tejido de las mascarillas de tela son tan grandes que dejan penetrar la mayor parte de las gotas que pueden llevar carga vírica, tanto gotas gruesas, como aerosoles. Retienen las de gran tamaño y por la combinación de varios efectos de filtrado tienen una eficacia del 50% al 70%. No protegen lo suficiente del contagio del virus. Las que incluyen filtros adicionales del tipo P2.5M, retienen partículas por encima de las 2,5-3 micras y, por lo tanto, filtran las gotas más gruesas, pero no los aerosoles; estas estarían más hacia el 70%, es decir, insuficiente. No sirven para protegerse del contagio de este virus.

Las higiénicas y quirúrgicas no homologadas tienen un desempeño algo mejor, pero parecido: no son adecuadas.

Las quirúrgicas homologadas deben filtrar más del 90% ó 95% de las partículas, según el tipo, que es lo que pide la norma. El problema es que ese porcentaje se refiere al filtrado de partículas con carga bacteriológica y no vírica, con un tamaño unas 10 veces superior al Sars-CoV-2, es decir hacia las 2-3 micras y no garantizan esa eficacia con los aerosoles de 0,3 a 2-3 micras. Por lo tanto, el tipo de mascarilla recomendado por los dos colegios sanitarios anteriores tampoco son los adecuados. Llama la atención que la norma equivalente estadounidense sí exige el mismo nivel de filtraje para partículas del tamaño de los aerosoles.

Las mascarillas más adecuadas para protegerse y proteger del contagio del SARS-CoV-2 son las de tipo FFP2, que deben, según norma, garantizar el filtrado de más del 92% de las partículas y gotas de tamaño igual o superior a las 0,3 micras y que son las que aportan un filtrado neto del orden del 80%. También son válidas las homologadas según normas equivalentes de otros países: KN95 china, KF94 coreana, P94 australiana-neozelandesa, DS95 japonesa, N95 estadounidense, etc.

Las FFP3 europeas y equivalentes bajo otras normas mejoran el 92% anterior hasta el 98%. Los 6 puntos de mejora merecen la pena cuando hay que protegerse en ambientes fuertemente agresivos, donde haya o pueda haber personas sin protección y con alta carga vírica, tales como salas de centros sanitarios donde se intuben a pacientes. En ambientes no tan extremos, el impacto añadido en la reducción de la transmisión es mínimo e incluso puede verse desperdiciado por un sellado no hermético, por lo que tiene poco sentido usarlas en sustitución de las FFP2.

Por cierto, las mascarillas quirúrgicas, las FFP2 y las FFP3 no fueron inventadas para esta pandemia. Ya estaban en el mercado anteriormente, tanto para uso sanitario, como para la industria. Los servicios de prevención de salud laboral de las empresas y administraciones, por ejemplo, todo el sector sanitario, deberían conocerlas, como también el resto de elementos de protección, y haberlas recomendado a los trabajadores. Pues somos los “campeones” mundiales de personal sanitario contagiado, en términos relativos respecto a la población…

Veamos ahora lo que reclama un uso CORRECTO de la mascarilla.

Recordemos que un 40-60% de la población que se contagia y es infecciosa es asintomática o presintomática, es decir, transmite la enfermedad sin saberlo. Recordemos también que la mascarilla la llevamos como protección sanitaria, para evitar contagiarnos y para evitar contagiar a los demás. Pero también como protección emocional de los demás. Si, por ejemplo, estamos con otras personas en un lugar cerrado y mal ventilado y vemos que o no llevan mascarilla o llevan una inadecuada, muy probablemente nos pondremos nerviosos.

Una mascarilla mal puesta o que no ajuste bien a la cara puede perder un 20-40% de su eficacia filtrante, lo cual no interesa. Por lo general, las mascarillas “cómodas” fugan bastante. Las personas que llevan gafas lo notan enseguida, porque se las empañan con gran facilidad. Hay diversos fabricantes, modelos y tamaños de mascarillas, por lo que hay que buscar hasta encontrar unas que se adapten bien a la morfología de la cara de cada persona. Después de llevarla varias horas, la mascarilla correcta debería dejar una pequeña marca en la cara en el contorno del contacto.

Como veremos en el apartado de ventilación, podemos encontrarnos en entornos con diferentes cargas víricas y con mayor o menor riesgo de contagio. Ni que decir tiene que, en lugares que puedan ser agresivos, un buen sellado de la mascarilla es imprescindible.

Podemos habernos infectado y no saberlo todavía o ser asintomáticos y estar en período infeccioso. Cualquier persona en su sano juicio tiene claro que no quiere contagiarse y no quiere correr el riesgo de terminar en la UCI o en el cementerio. También que no quiere contagiar a nadie y mucho menos a sus seres queridos. Pues la conclusión es bastante evidente: tenemos que llevar la mascarilla siempre y en todo lugar, salvo para comer, beber, dormir y poco más. Y, cuando por lo que sea, haya que quitarse la mascarilla, hay que tomar ciertas precauciones para asegurarnos de que extraemos cualquier posible carga vírica que nosotros podamos exhalar o que pueda estar en ese lugar procedente de otras personas, vía ventilación. Es una disciplina que no cuesta mucho adoptar: mirar alrededor y revisar si me puedo quitar la mascarilla o determinar qué tengo que hacer o ventilar para poder quitármela.

¿Hay que llevar la mascarilla en casa? Pues si no quieres correr el riesgo de contagiar a las personas con las que convives, más vale que sí. Y cuando haya que quitársela y se vaya a estar juntos, disponer una buena ventilación en la sala.

¿Y al aire libre? Los aerosoles se dispersan muy rápidamente y las gotas caen rápidamente al suelo. Por tanto, si nos separamos del resto de la humanidad y no permitimos que nadie se nos acerque, no haría falta desde un punto de vista sanitario. Pero somos seres sociales y ese comportamiento sería bastante inhumano. Se trata de seguir viviendo con normalidad, a pesar de llevar mascarilla. Por lo tanto, sí es necesario que la llevemos al aire libre. Y, si queremos descansar, quitárnosla en un sitio donde estemos solos o en lugar hiperventilado.

Las mascarillas tienen una vida útil, al final de la cual hay que reponerlas. Hay que seguir la pauta del fabricante. No obstante, es el usuario el que debe determinar finalmente cuando la cambia. Al fin y al cabo, una mascarilla es un filtro y pronto se aprende a detectar si se ha vuelto incómodo respirar, porque demasiados agujeros del filtro se han tapado con partículas recogidas o si está visiblemente sucia. En ciudades con alta contaminación atmosférica relativa, esto ocurre antes que en lugares más sanos.

Para un buen uso y mantenimiento de la mascarilla, suele ser útil imaginar que el virus es como un barro fino que va siendo retenido por la mascarilla o que puede estar depositado en superficies que podemos tocar o incluso por el suelo de ciertas zonas. Si al quitarnos la mascarilla o al volver a colocarla pensamos que la zona del filtro está llena de ese barrillo, la manejaremos seguramente de una forma diferente.

En conclusión, el uso correcto por un alto porcentaje de la población, superior al 80%, de mascarillas tipo FFP2, de forma más esmerada en situaciones de mayor riesgo de infección (lugares cerrados y mal ventilados, con gran concentración de personas o muchas horas de exposición) tiene un impacto directo importante e inmediato en la reducción de la transmisión del SARS-CoV-2. Es necesario el uso de la mascarilla siempre y en todo lugar, salvo para comer, beber, dormir y poco más, incluso en el propio domicilio, para proteger a nuestros seres queridos. Esta es una medida cuyo cumplimiento recae en cada ciudadano/a con la premisa de que nadie va a cuidar mejor de nosotros que nosotros mismos. Una buena aplicación de esta medida, sobre todo si está reforzada por las otras tres medidas de este artículo, conduce a tener bajo control la pandemia en cuestión de semanas.

VENTILACIÓN DE LUGARES CERRADOS

El tipo de vida actual nos lleva a que la mayor parte del tiempo estemos en interiores o en habitáculos cerrados para protegernos de las inclemencias del tiempo. Los aerosoles se diluyen con gran rapidez en espacios abiertos. En cambio, en lugares o habitáculos cerrados y mal ventilados, quedan en suspensión en el aire, si tienen carga viral son viables durante varias horas y pueden desplazarse una decena de metros; si el habitáculo posee sistema de recirculación de aire y no está provisto de los filtros adecuados, ese sistema puede esparcir los aerosoles por toda la sala. Lo anterior no son conjeturas: existen casos documentados y ensayos que demuestran que el grueso de los contagios se produce en lugares cerrados, donde personas en período infeccioso no se han protegido para impedir exhalar carga vírica. Los lugares cerrados y mal ventilados pueden ser sanitariamente muy peligrosos. Ante la duda, lo prudente es no estar dentro y mucho menos sin protección.

La opción de evitar todo lugar cerrado o quedarnos en casa todo el tiempo o no tener relación social alguna (confinamientos en diverso grado), además de ser profundamente inhumano, no es viable. La no movilidad nos lleva al hundimiento de la economía y a la ruina total. Más vale, por tanto, que generemos modos de vida que nos permitan desarrollar todas nuestras actividades, también aquellas que requieren espacios cerrados, y que al mismo tiempo impidan los contagios. Y que lo hagamos pronto, si es que queremos evitar que esta pandemia provoque una crisis económica que dure bastantes años. La buena noticia es que esto ES posible, con la aplicación de la ingeniería sanitaria, de la mano de la mecánica de fluidos, aerodinámica, termodinámica, etc. No es un terreno nuevo. El campo de los “healthy buildings” lleva varias décadas de desarrollo y es lo que tenemos que aplicar.

El fin divulgativo de este artículo no nos permite gran extensión, pero merece la pena considerar algunos aspectos sanitarios del impacto que tiene la ventilación. En octubre de 2020, la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard publicó un estudio sobre los riesgos de contagio del SARS-CoV-2 en los viajes en avión y cómo mitigarlos, que ofrece datos que, por analogía, son aplicables a otros entornos. El estudio recoge los datos de varios ensayos en cabinas de aviones. Se consideraron dos niveles de ventilación: en vuelo con unas 25 renovaciones de aire a la hora (esto es similar a lo que hay en un quirófano de alta exigencia) y en tierra con 12 renovaciones de aire a la hora; consideremos que un edificio bien ventilado, un colegio, etc. debería gozar de unas 6 renovaciones de aire a la hora. El parámetro que explica este estudio es el número de horas que tienen que transcurrir, en diferentes supuestos, para que una persona infecciosa contagie a otra sentada justo al lado. Pues los datos que cabe destacar son los siguientes:

En vuelo y con 25 renovaciones de aire a la hora en marcha:

  • Con baja carga vírica, si ambos pasajeros llevan mascarilla, el tiempo para que el sano se infecte del enfermo es de 196 horas de vuelo seguidas.
  • Con alta carga vírica, si ambos pasajeros llevan mascarilla, el tiempo para que el sano se infecte del vecino enfermo es de 28 horas de vuelo.
  • Lo mismo que las dos situaciones anteriores, pero SIN MASCARILLAS ninguno de los dos, los resultados son 40 horas y 6 horas, respectivamente.

En tierra y con 12 renovaciones de aire a la hora en marcha:

  • Con baja carga vírica, si ambos pasajeros llevan mascarilla, el tiempo para que el sano se infecte del enfermo es de 38 horas.
  • Con alta carga vírica, si ambos pasajeros llevan mascarilla, el tiempo para que el sano se infecte del vecino enfermo es de 6 horas.
  • Lo mismo que las dos situaciones anteriores, pero SIN MASCARILLAS ninguno de los dos, los resultados son 8 horas y 2 horas, respectivamente.

Los datos anteriores evidencian la potencia que nos ofrece el uso de mascarillas y el efecto directo que tiene una ventilación adecuada para evitar el contagio en un lugar cerrado.

Técnicamente, es posible dotar a un local cerrado, un restaurante, un bar, etc. de un sistema de climatización con corrientes de aire que extraigan toda posible carga vírica en suspensión, por encima de las cabezas de las personas presentes, de manera que la posibilidad de contagio sea prácticamente nula (se necesitarían muchas horas para el contagio), aun estando sin mascarillas, sin limitación de aforo, con personas infecciosas y hasta un buen número de horas juntas. Hay un símil sencillo que facilita visualizarlo, como es una extracción eficaz del humo de tabaco en un local cerrado. En los locales existentes, hay que estudiar el sistema del que ya dispongan y reforzarlo con las medidas de ventilación, climatización, extracción y purificación de aire que sean necesarias para que esté garantizado el no contagio.

Ante esto, está claro que el cierre de la hostelería, en diversas zonas, pone de manifiesto la ignorancia en ingeniería de las personas que vienen gobernando la pandemia. Nadie les pide que sepan lo que no han aprendido, pero sí que tengan la sensatez de no impedir, como están haciendo, que se incorporen profesionales e industriales de la ingeniería a los equipos de gestión.

En los hogares, lugares de trabajo, locales, etc. donde sólo se tiene ventilación natural, las renovaciones que habitualmente realizamos suelen darnos de 0,5 a 2 renovaciones a la hora aproximadamente, que son insuficientes. De cara al verano, un local o habitación con un sistema de aire acondicionado tipo split, con la unidad de generación de frío en el exterior y un fan-coil en el interior, con todas las ventanas cerradas no está siendo ventilado, sino que recircula todo el aire. En todos estos casos, hay que aumentar la ventilación de forma generosa o/y aportar purificadores de aire. Con ventilación natural, es más eficaz dejar rendijas en las ventanas durante bastante tiempo que abrir de par en par durante poco tiempo. Es más eficaz la ventilación cruzada que no la paralela. Se trata de crear la mayor corriente de aire posible o complementar con purificadores de aire.

Se puede saber si una sala cerrada está bien ventilada, a través de la concentración de CO2, mediante aparatos domésticos con un precio de varias decenas de euros. Entre 400 y 700 ppm (partes por millón) la ventilación sería buena.

Aportemos unos cuantos datos prácticos adicionales.

En primer lugar, de los números anteriores se desprende que lo más inteligente es llevar una mascarilla adecuada bien puesta prácticamente todo el tiempo, para no soltar virus si es que lo llevamos, ni respirarlo si es que está en el aire.

En segundo lugar, es necesario ventilar todos los espacios cerrados, al menos con 5-6 renovaciones de aire a la hora, para limpiarlos de posible carga viral. La limpieza debe ir aumentando en severidad, conforme aumente el riesgo sanitario para las posibles personas presentes, es decir, en función de que se tenga que estar o no sin mascarilla, del tiempo de estancia de las personas dentro de la estancia, de la densidad de las personas en el local, vulnerabilidad de los presentes, presencia de perfiles supercontagiadores y fiabilidad del sistema de renovación de aire. En establecimientos públicos, lo adecuado es que las renovaciones horarias y flujos de aire estén personalizados al tipo de actividad que se realice y al tipo de público que asiste, y que puedan ajustarse a la demanda en cada momento.

En tercer lugar, es determinante adecuar nuestro comportamiento al riesgo sanitario de cada momento, lugar y circunstancia. Si vamos protegidos y actuamos prudentemente es muy muy difícil que nos contagiemos.

La responsabilidad de la ventilación en nuestra casa es de cada uno. En base a los datos técnicos anteriores, no hay inconveniente en que se produzcan reuniones familiares, siempre y cuando las medidas de prevención sanitaria sean las adecuadas.

En los establecimientos públicos, la responsabilidad de crear y mantener un ambiente sanitariamente seguro es del propio establecimiento. Un elemento determinante es contar con el sistema de ventilación adecuado, que sea suficiente en toda circunstancia de funcionamiento, actividad con/sin mascarilla, presencia de más o menos personas en cada momento, etc. Además, como protector emocional de los clientes, convendrá que anuncien los sistemas de protección que tengan en marcha, incluso en los escaparates, para que todo el mundo sepa a qué atenerse y esté tranquilo.

En conclusión, conseguir que la mayoría de lugares, principalmente los cerrados, tengan una ventilación con capacidad suficiente para extraer toda la carga vírica que pueda haber en cada momento o pueda entrar del exterior, permite que la actividad del local se pueda desarrollar con normalidad, reduce casi a cero el riesgo de que alguien se infecte y favorece, junto con las otras tres medidas de este artículo, tener la pandemia bajo control en cuestión de semanas.

LIMPIEZAS VÍRICAS ÁGILES

El uso de la mascarilla es la medida más importante para la protección de cada persona. La gestión inteligente de la ventilación persigue la protección de un grupo de personas, por ejemplo, las que pueda haber en un local, sobre todo si es cerrado. La gestión de la carga viral de una comunidad, para protegerla, nos lleva a plantear las limpiezas víricas.

Lo que venimos viendo en Europa, desde el inicio de la pandemia, es que cuando una comunidad tiene un IA-14 muy alto y las medidas que ha aplicado no están siendo eficaces, se restringen los movimientos de las personas, se limitan ciertas actividades con un fuerte impacto negativo en la economía y, en el extremo, se confina parcial o totalmente a la población. Si, pasado el confinamiento, no se ha aprendido de los errores cometidos y se han generado medidas correctivas, sino que se sigue haciendo lo mismo, el resultado no se hace esperar: se nos genera una nueva ola y se nos vuelven a disparar los IA-14.

Desde el punto de vista de gestión de la carga viral comunitaria, el confinamiento es la última medida y obedece al planteamiento de que el virus se desarrolle de “forma natural” lo menos posible, hasta que se reduzca su presencia a niveles que nos permitan volver a la actividad normal. Pero cabe la alternativa de realizar “intervenciones artificiales”, que extraigan una buena parte de la carga viral circulante, que son las limpiezas víricas comunitarias, consistentes en la aplicación masiva de test de SARS-CoV-2 a parte de la población, identificando a los positivos, tratándolos y aislándolos inmediatamente. Esas intervenciones pueden ser de una intensidad tal que permitan que no sea necesario confinar a la población ni total, ni parcialmente. Son limpiezas de choque, para paralizar inmediatamente e incluso revertir el avance del virus, que se aplican donde es necesario en cada momento y que requieren un sistema de información que nos indique los lugares que necesitan aplicación.

Es útil tener en cuenta lo que nos enseña el funcionamiento de los sistemas de ventilación. En una sala, la eliminación de algo nocivo que esté en el aire se consigue por dilución: al no poder vaciar y llenar instantáneamente todo el aire, se va introduciendo aire limpio, se va extrayendo la mezcla y, con el paso del tiempo, vamos disminuyendo la concentración del agente nocivo, hasta alcanzar el objetivo deseado. Si hay alguna fuente de emisión de contaminante, es muy eficaz aplicar una extracción focalizada, que capta el agente dañino en las inmediaciones de la fuente, consiguiendo resultados que a través de la ventilación general requerirían un esfuerzo mucho mayor.

En el apartado de aplicación de test a la población, también se ha creado una gran confusión y los que deberían haberlo aclarado han sembrado muchas dudas sobre la idoneidad de su aplicación, mezclando conceptos diversos. Arrojar luz sobre este tema daría para escribir varios artículos adicionales. A efectos de lo que nos ocupa ahora, y desde el punto de vista de la ingeniería sanitaria, cabe destacar lo siguiente: el “gold standard” o prueba necesaria para “diagnosticar” a las personas son los test RT-PCR, por su fiabilidad; la prueba idónea para “cribaje”, es decir, para determinar por ejemplo si una persona puede o no acceder a un lugar -un establecimiento público, un avión, etc.-, son los test rápidos de antígenos, por la rapidez de sus resultados y su menor coste. Hay que recordar que, de forma simplificada, la fiabilidad de los RT-PCR están en el entorno del 98-99% y que los test rápidos de antígenos en el entorno del 90-95%.

Pero la “limpieza vírica” comunitaria no pretende identificar con certeza si una persona está infectada para tratarla o si una persona tiene una muy alta probabilidad de estar infectada e impedirle que acceda a un lugar donde pueda aumentar significativamente el riesgo de contagio. La limpieza vírica o limpieza de choque tiene como objetivo quitar a un alto porcentaje de positivos “de la circulación”. Cuantos más mejor, pero no tienen que ser todos. Por supuesto que los identificados como positivos deben someterse a un RT-PCR posterior para confirmar el positivo y ser tratados adecuadamente.

Como se trata de limpiar, debe aplicarse preferentemente en las áreas más sucias. Como se trata de reducir contundentemente la carga viral comunitaria, debe poder aplicarse de forma masiva y casi en cualquier lugar. Los test suficientemente fiables, más baratos, de resultados más rápidos, de más fácil aplicación y que puedan administrarse en un montón de sitios son los idóneos. Es necesario que el resultado quede registrado y a disposición de las autoridades, para activar la contingencia de caso positivo y garantizar el cumplimiento de la posible cuarentena ya que, de otra manera, no estaríamos “quitando de la circulación” esa carga vírica. Si se cumple esta condición, la prueba puede ser auto aplicada incluso en el hogar. Actualmente, el test mejor posicionado para este fin es el test rápido de antígenos. Hay en desarrollo otros tipos de test simplificados, que irán saliendo al mercado durante los próximos meses, y que serán de utilidad, dado que conviviremos gestionando la prevención durante bastantes más meses, incluso años.

Aunque el IA-14 de una zona, en un momento determinado, no se corresponda con el rojo o el rojo oscuro, siempre cabe una limpieza de choque, si se necesita una bajada contundente del número de contagiados en poco tiempo. A veces, incluso estando el semáforo en verde, puede interesar una limpieza masiva en una parte de la zona, donde se ha producido o sospechamos que se ha producido un repunte, por ejemplo, por casos importados, para adelantarnos al empeoramiento de la situación. Lo ideal es que la población esté adecuadamente formada, para que, al menor indicio, de posible contaminación, se actúe ágilmente para frenarla.

El impacto de esta medida en la reducción del contagio ha sido estudiado por diversos grupos de trabajo a nivel mundial. El realizado por un grupo de la Universidad de Colorado en Boulder y de la Escuela T.H. Chan de Salud Pública de la Universidad de Harvard, en noviembre pasado, estima que la aplicación de test rápidos de antígenos al 75% de una población de forma recurrente, cada 3 días, reduce la transmisión en un 87%, llegando a paralizarla a las 6-7 semanas; si la aplicación es cada 7 días, la reducción es del 63% y el plazo para la paralización es de unas 10 semanas.

En zonas con un alto IA-14, la aplicación masiva de test rápidos de antígenos, varias veces consecutivas, con una frecuencia de 3-5 días, consigue una reducción contundente del índice. A mayor reducción perseguida, mayor número de aplicaciones o de limpiezas.

Más allá de lo que proponemos en este punto, uno de los profesores participantes en el estudio anterior, el Prof. Michael Mina, viene defendiendo la idoneidad de los test rápidos de antígenos, como “cribaje”, aplicándolos para autorizar o no el acceso de las personas a determinados lugares, como medio para reanudar numerosas actividades con la seguridad sanitaria adecuada. Por ejemplo, sería el caso de las líneas aéreas y aeropuertos, actividad clave para recuperar la movilidad y, por lo tanto, la mayor parte de la economía. De forma análoga, también podemos plantear la aplicación de controles más severos en las entradas a los países, para las personas procedentes de orígenes con altos IA-14 y, por lo tanto, con mayor probabilidad de ser portadores del virus.

En conclusión, la aplicación adecuada de limpiezas víricas en áreas en las que el IA-14 exceda de los niveles que interesen en cada momento, produce una reducción significativa de nuevos contagios y, junto con las otras medidas de este artículo, consigue tener la pandemia bajo control en cuestión de semanas.

FORMACIÓN

El virus “salta” de persona a persona. Es cada persona la que, protegiéndose si sabe, vence al virus o pierde. Por eso, es imprescindible empoderar a cada persona y dotarla de los medios que necesita para ganar.

Es necesario FORMAR a la ciudadanía para que conozca cómo funciona este virus, qué consecuencias sanitarias, económicas y sociales se derivan de no combatirlo, qué elementos son eficaces para protegernos, qué medidas de prevención son necesarias para crear o mantener ambientes sanitariamente seguros, cuál es el riesgo de cada actividad y cómo comportarse en cada circunstancia para mitigar el riesgo o mejor eliminar el riesgo de contagiarnos.

Cómo mínimo, hay que conseguir que la ciudadanía adquiera información básica sobre el uso adecuado de las mascarillas, sobre las ventilaciones en casa, sobre cómo identificar si un lugar público está siendo adecuadamente ventilado y sobre qué comportamientos son de alto riesgo de contagio para evitarlos. Como también conseguir que las empresas y establecimientos públicos adquieran los conocimientos necesarios para mejorar sus sistemas de ventilación, de manera que ofrezcan entornos sanitariamente seguros.

En un estado libre y democrático, para conseguir que la ciudadanía tenga, de forma voluntaria, los comportamientos sanitarios que son necesarios, es imprescindible explicarle qué tiene que hacer, porqué, cómo y qué resultado se espera. No hacerlo así, es equivalente a solicitar una obediencia ciega que no es aceptable. Sobre todo, teniendo en cuenta que quienes deberían haber aclarado el uso de mascarillas, la intensificación de las ventilaciones y los criterios de uso de los test, no sólo no lo han aclarado, sino que han sembrado una gran confusión.

En nuestra página web, pueden encontrarse cursos básicos online de formación para las personas y para las empresas que dan respuesta a esta necesidad.

Esa formación masiva debe ser desplegada por todos los medios de comunicación y adaptada a los diferentes públicos.

En segundo lugar, es necesario INFORMAR permanentemente a la ciudadanía, con los datos que necesita para decidir cómo comportarse en su entorno y si tiene que usar medios de protección más severos o no, de manera que mitigue el riesgo de contagio en todo momento. Información accesible a través de internet que, por ejemplo, facilite decidir si conviene ir o no a un establecimiento determinado.

Y en tercer lugar, una vez realizado lo anterior, exigir a la ciudadanía que cumpla con las instrucciones vigentes en cada momento, aplicando escasa tolerancia.

Los países campeones en la gestión de la pandemia vuelven a ser el referente en formar e informar a la población. Por ejemplo, hay vídeos disponibles en Youtube con entrevistas o encuestas a ciudadanos de Corea del Sur, Singapur y Nueva Zelanda, que ponen de manifiesto la formación realizada y el conocimiento preciso que tienen sobre mascarillas, ventilaciones, etc., sobre el nivel de alerta epidemiológico de ese día en su ciudad y sobre qué es lo que se espera que haga todo el mundo en esas circunstancias.

En resumen, formar e informar a la ciudadanía les da argumentos o motivos poderosos para que su comportamiento se adecúe a la situación de cada momento, lo que produce una reducción significativa de nuevos contagios y, junto con las otras medidas de este artículo, consigue tener la pandemia bajo control en cuestión de semanas.

CONCLUSIÓN

La situación de la Covid-19 en Europa es grave y nuestros gobiernos están fiando todo a las vacunas. Eso significa que, en España, no reactivaremos la economía hasta final de año, como pronto. Para entonces, muchas empresas y puestos de trabajo habrán desaparecido, sumiéndonos en una crisis económica profunda de la que no saldremos en varios años. Nos han vendido que este es el único camino, pero no es cierto. En Asia- Pacífico ya dominan la pandemia y ya están rebotando sus economías.

La combinación adecuada del uso de mascarillas FFP2, ventilar bien los hogares, recalcular y reforzar la ventilación de todos los establecimientos, realizar limpiezas víricas de choque con la frecuencia adecuada, en las zonas con exceso de contaminación y formar a la población para que sepa protegerse, proteger a los demás y comportarse de tal manera que mitigue el riesgo de contagio en cada lugar, son las medidas más efectivas para reducir contundentemente los contagios en una zona en cuestión de semanas, por el efecto multiplicador de su aplicación simultánea.

En Valuegensys-safety, disponemos de la tecnología de ingeniería sanitaria necesaria para implantar un sistema de prevención de contagios y de gestión de la pandemia, con el que regulamos la intensidad de las medidas anteriores y del resto, en cada lugar y en cada instante, y que permite tener todas las actividades en marcha, sin necesidad de confinarse y con un nivel de contagios con un IA-14 por debajo de 25. El sistema es aplicable a un establecimiento, empresa, ciudad, comarca o isla. Una vez conseguido y, lo que es más difícil, mantenido el IA-14 por debajo de 25, es posible la recuperación vigorosa de la economía, publicitando el hito conseguido.

En el sector turístico, la Semana Santa próxima se da ya por perdida, se prevé un verano muy débil, en el que los que abran apuntarán tan sólo a no perder dinero y un invierno con escasa actividad, cierre de multitud de empresas y despidos masivos. En cambio, las zonas que se pongan en marcha ahora y puedan presentar que tienen la pandemia bajo control en unos meses, conseguirán rebotar y alcanzar unos números desde principio de verano que serán envidiables.

Valuegensys-safety tiene asumido el reto. Pero no es suficiente. Para que esto funcione, es imprescindible el empoderamiento de la población. Son los ciudadanos los que realmente combaten el virus. Y ese empoderamiento requiere un liderazgo valiente, con fuerte espíritu de servicio, de nuestros políticos, como están teniendo los países campeones de Asia-Pacífico. La primera responsabilidad es de nuestras administraciones y es evidente que, hasta ahora, no han estado a la altura. Para resolver eficazmente esta pandemia en España, sigue faltando que en los equipos haya más gente que entienda de ingeniería, de gestión y de empresa. Nadie pide a los políticos y a los médicos que están al cargo que sean ingenieros, ni gestores bregados, ni que tengan espíritu empresarial. Pero sí hay que pedirles que tengan la sensatez de saber lo que saben, saber lo que no saben e incorporar a los equipos a profesionales que completen las competencias que son necesarias para salir cuanto antes de la situación actual. Hasta que no den este paso, seguiremos arrastrándonos.

Desde Valuegensys-safety, animamos a que cada uno ponga su grano de arena.

Julio Herrera – Ingeniero Sanitario

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